Recientemente, hemos podido ver en las noticias que en países como Argentina y Estados Unidos se han tomado medidas sobre las políticas de diversidad en el marco del inicio de nuevos gobiernos. En Estados Unidos, se puso fin a los programas de diversidad, equidad e inclusión en el Gobierno Federal, afectando a miles de mujeres y muy especialmente en lo que respecta a las prácticas de su contratación. Por su parte, la administración de Milei en Argentina cerró el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y anunció la eliminación de todo lo referente a la perspectiva de género en las políticas.
Todas estas acciones llevan a plantear una pregunta clave: ¿sigue siendo la brecha de género un problema en nuestra sociedad?. Las cifras indican que sí.
Según el Banco Mundial, para 2024 las mujeres cuentan, en promedio, con solo el 64% de las protecciones legales que disponen los hombres. Asimismo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) confirma que, aunque la brecha salarial ha disminuido en muchos países desde principios del siglo XXI, las mujeres todavía ganan alrededor del 23% menos que los hombres a nivel global y la tasa de empleo en América Latina para mujeres fue del 51.8%, en comparación con el 74.4% para hombres con las mismas calificaciones; resaltando la existencia de una brecha significativa en la participación laboral.
El Foro Económico Mundial también destaca que el progreso hacia la igualdad se ha desacelerado. A nivel mundial, la brecha de género se ha cerrado en un 68.5%, y aunque han existido avances notables en el ámbito educativo, persisten diferencias significativas en las esferas económica y política, y se estima que, al ritmo actual, tomará 20 años para cerrar la brecha educativa, 152 años para cerrar la brecha económica y 169 años para cerrar la brecha política.
Las estadísticas reflejan que la igualdad de género sigue siendo un tema crucial y todavía hay un largo camino que recorrer, pues las desigualdades continúan afectando a millones de mujeres, limitando su acceso a oportunidades laborales, representación política y educación.
Promover la igualdad de género es esencial para el desarrollo sostenible. Al garantizar que las mujeres y niñas tengan acceso a trabajo digno, oportunidades educativas y participación en la toma de decisiones políticas, podemos fomentar economías sostenibles y beneficiar a toda la sociedad para alcanzar un mayor estado de bienestar en general.
Por último, debemos recordar que si bien puede parecer que los grandes avances logrados implican que ya no son necesarias medidas para alcanzar la igualdad de género, la realidad es que las brechas persisten en todos los ámbitos. Los logros alcanzados no deben distraer de los esfuerzos necesarios que debemos tomar para cerrar estas brechas aún existentes y garantizar que las niñas a mujeres en todo el mundo tengan acceso igualitario a oportunidades laborales, educativas y políticas.
Por Daniela Zamora Calafat y Ana Karina Solórzano
Abogados Junior
